Conexión p2p

La España de la picaresca se hace pirata en el nuevo mundo P2P

 

Cuánto nos reímos en este país de la picaresca, la que iguala al débil con el poderoso gracias al ingenio. Al ingenio para engañar, mentir, para delinquir con gracia. En esta piel de toro es deporte popular y patrimonio nacional. Detrás de todo éso, se esconde un profundo incivismo y que en el sector tecnológico español y en Internet se traduce en unos niveles de pirateo que colocan a España a la cabeza del mundo. Los españoles son los pícaros piratas de las redes P2P.

 

La Agencia de Comercio de los Estados Unidos declaró a España un país nada fiable por su afección al pirateo, durante tres años, hasta 2011, el Gobierno español estuvo bajo sospecha, sólo en 2012, y con las últimas reformas sobre la propiedad intelectual. En 2015, la Administración de Obama aún emitió un informe en el que señalaba que podía mejorarse la persecución de los delitos informáticos.

 

El mercadeo de las P2P trabaja sobre redes operadas sin servidores fijos, sin clientes, con una red de nodos en el mismo nivel que se comportan como clientes y servidores al mismo tiempo favoreciendo el intercambio directo de información. Se trata de redes superpuestas sobre las de operatividad pública que se utilizan, sí, para el intercambio de archivos que tienen su contenido protegido con copyright. Operan con banda ancha y tienen tasas de transferencias de datos superiores a las de los medios habituales en Internet.

 

El P2P made in Spain con deslocalizaciones a la carta está en la base de la mala comercialización de la música, del cine, de la animación o de la creación literaria en España. Con las P2P habilitadas por malos emprendedores u oportunistas tecnológicos que operan como lobos solitarios con grandes beneficios económicos se ofrecen películas, programas o e-books a la carta. Las plataformas Seriely o Series Yonkis han sido ejemplo para sus clones.

 

La paradoja de este sistema de descargas es que sus descargas son ilegales pero las plataformas que las ofrecen no. Una sentencia de abril de 2014 de la Audiencia Provincial de Madrid determinaba, siguiendo la doctrina de la sentencia Napster en Estados Unidos, que hacer difusión de las plataformas de descargas no es ilegal.

 

El precio de la piratería

 

Según datos de la agrupación de proveedores españoles contra la piratería, nada  menos que un 44% de los programas que están instalados en los sistemas operativos de las empresas de este país es copiado, la piratería en los hogares españoles es aún mayor. Microsoft Office, por ejemplo, tiene índices de copia de más del 60% en España.

 

El país se pone con estas cifras a la vanguardia del mundo al revés, a la altura de Rusia y China, con tasas de pirateo de entre el 60% y el 77%, a la altura de muchos países africanos donde las ventas legales representan el 20% y son, como es posible imaginar, las que adquieren las instituciones públicas que firman contratos con los proveedores de software. Venezuela, Libia y Yemen consumen programas copiados e ilegales que alcanzan a entre  el 88% y el 90% de los que circulan por el país.

 

Los softwares más pirateados en España son sí, Office, pero también AutoCAD, el mágico Photoshop, el utilísmo ContaPlus y su hermano ell FacturaPlus y el recurrente Presto.

 

Si comparamos estas cifras con las de países de nuestro entorno eran iguales o menores a la mitad de los porcentajes. Y la tendencia es que la piratería en España sube, o ha subido, al ritmo en el que la crisis se ha asentado en la depreciación de la economía. Lo paradójico es que la piratería, las descargas ilegales, no generan valor añadido, no son innovación, no son creatividad, no son investigación y, por contra, limita las cuentas de resultados de quienes sí han invertido recursos en investigación y desarrollo.

 

En 2008, un grupo de inversores norteamericanos se fijaron en la tasa de descargas española como un filón y se instalaron para ofrecer películas bajo pago con un portal con una funcionalidad novedosa. Antes de dos años, cogieron las maletas, le piratearon las películas.

 

La piratería, en cualquier caso en España, va por barrios, por regiones y los niveles de pirateo están relacionados con la realidad económica. Aunque los últimos datos por comunidades autónomas se refieren al año 2009, la tendencia es la misma, el centro y el norte de España registran porcentajes de copias piratas menores, por debajo de la media del 44%, entre el 28% de Navarra y el 32%y 37% de Euskadi y Madrid respectivamente. Lejos del 55% de la Comunidad Valenciana y de un 58% de Andalucía. Los lugares clave donde la caída del la Burbuja del Ladrillo ha fabricado una crisis tan económica como social.

 

Los especialistas creen que en España la piratería está tan asentada por el hecho colateral de que es un medio que no se puede tocar, que se puede ver, pero que no es tangible. Y, como consecuencia, los usuarios no ven una implicación delictiva en el hecho de las descargas. No lo consideran robo. En esa tesitura, pensar que el ciudadano de este país pueda ser consciente de que sepa que lo que está pagando es un derecho de uso y no el de propiedad es, al menos en esta generación, todo un problema. Sobre las que seguirán a ésta, el tiempo dirá si ven las licencias de la msma forma que sus padres siendo nativos digitales.

 

Un dato significativo. La mayor parte de las denuncias que tramitan las empresas de software en España les llegan por informantes de las firmas que han pertenecido a las que usan software fraudulento, que son denunciadas por estos trabajadores que les acusan de despidos improcedentes.

 

Las denuncias no llegan por consideraciones sobre la ilegalidad del uso fraudulento sino como represalias personales de trabajadores que se han beneficiado de esos mismos programas y que sólo alertaron sobre su uso cuando se les presentó como una forma de obtener beneficio, también personal. Las cifras que maneja la patronal de los fabricantes de software hablan de un 75% para este tipo de denuncias de todas sobre las que se informan.

 

Paradójicamente, la crisis ha traído un descenso de la difusión de las copias piratas en los canales de distribución del material informático. Con la crisis se venden menos ordenadores y, por tanto, se difunden sin licencia menos programas pirateados. Se ha reducido en ese sector, y según los últimos datos, a apenas un 20% de todos los programas que mueven. Y todo, cuando los distribuidores venden también programas informáticos que pueden representar una quinta parte de sus ingresos totales.

 

Fabricantes como Microsoft han cambiado de estrategia, no persiguiendo como deberían la piratería de sus productos, a los que, acabados sus ciclos de actualizaciones, piden a sus usuarios otras nuevas que se traducen en bombardeos incensantes de peticiones de actualización que pueden amenazar con bloquearles el ordenador.

 

España es un país atípico en cuanto a consumo de contenidos en la Red y hasta la legislación equívoca sobre la propiedad intelectual y las descargas P2P parecen seguir una trama irreal de película. Que, como se podrá imaginar, si tuviera un formato adecuado, ya habría sido pirateada.

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